La luz de los amantesTengo un perro
Su nombre es el de un héroe sumerio
Gilgamesh
Está muy viejo
Camina con dificultad
La sordera lo ha vuelto huraño y cascarrabias
Sus ojos presagian una cercana muerte
Me muerde No me reconoce
Come a duras penas delicadas papillas
Pero duerme conmigo
Es un raro amante anciano
egoísta y gruñón
enfermo de mezquindad y celos
Se acerca otro verano
pero no habrá otro perro
Artrítico canceroso diabético
Terminará en cualquier momento
y como todo lo amado
lo enterraré en un jardín
donde la eternidad no lo fosilice
Lo que fue amado
quedará para siempre *
junto a la lumbre de los solitarios
a los trastos machacados de olvido
a los huesos de los interdictos
a la penuria de los animales domesticados
Todos serán un mármol duro de roer
como mi perro
que me está mirando con unos ojos de amor
como nadie me ha mirado nunca
y que me seguirá mirando
a través de sus ojos insondables
en la generaciones y degeneraciones
de los mundos
Me da gusto su olor
pues comemos del mismo plato
una comida donde no interviene la sangre
sino la luz de los amantes
* verso de Fosa común, de Alejandro Carrizo
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